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La venda del siglo de la información


Hoy en día vivimos rodeados de información. Por todos lados nos llegan noticias, opiniones e impresiones de cualquier tema. Realmente da la sensación de que en el mundo en el que vivimos tenemos acceso a la información que queramos, sin sesgos, sin purgas, de una ideología o de otra, y en cierto modo eso es cierto, pero es algo que hay que matizar.

Para esta primera entrada del blog, sin tener en cuenta la de la presentación obviamente, quiero introducir un término que, aunque poco conocido, cobra una gran importancia en los tiempos que corren. Este término es el de cámara de eco. El nombre es en sí una descripción metafórica de una realidad. El término de cámara de eco se acuña para referirse a un fenómeno por el cual las distintas redes sociales en las que nos encontramos  inmersos en el día a día, mediante la utilización de diversos algoritmos más o menos complejos o incluso mediante el uso de redes neuronales (si no sabes qué es una red neuronal puedes aprender sobre ellas en este vídeo del canal de date un blog) seleccionan la información que nos muestran con el objetivo de que nos sintamos más cómodos en ellas y así asegurar nuestra permanencia. Uno de los ejemplos más claros de cámara de eco es Facebook y si no me crees hazte las siguientes preguntas: ¿cuántas personas tienes agregadas como amigos en Facebook? ¿De cuántas personas ves diariamente sus publicaciones? Ahora empiezas a ver por dónde van los tiros. Probablemente de las doscientas o cuatrocientas personas que tengas agregadas a Facebook solo te saldrán las publicaciones de unas veinte o treinta. ¿Qué ocurre con el resto de tus amigos? ¿No publican nada? Permíteme dudar esto último. Lo que realmente ocurre es que Facebook, desde el día en que te registraste ha ido obteniendo información de ti, de las publicaciones a las que das like, las cosas que compartes, las páginas que sigues. Esta información e información similar que obtiene de otros usuarios es utilizada para evitar que llegues a ver las publicaciones de aquellas personas cuya visión del mundo es distinta a la tuya, evitando por un lado que haya confrontaciones graves entre sus usuarios, pero por otro lado que te encuentres incómodo en la red social y sigas consumiendo facebook.

Ya hemos visto como funciona el efecto de la cámara de eco, un efecto provocado por aquellas redes que les interesa hacerte sentir cómodo, pero pensemos un momento si esto es posible en un entorno no virtual, en un entorno de contacto directo entre personas. Pienso que la respuesta a esta pregunta es que sí, es posible. Desde que nacemos las relaciones que entablamos con la gente vienen condicionadas por aquellas personas con las que tenemos contacto. En un principio nuestro entorno se limita al puramente escolar y al familiar, donde aun sin criterio propio bebemos del pensamiento de los demás. Conforme vamos desarrollando una suerte de ideología empezamos a seleccionar la gente con la que nos vamos rodeando: nuestros amigos, las figuras que tomamos como ejemplo a seguir, la gente de la que queremos aprender. Esta gente tiene por lo general un pensamiento afín al nuestro, con el que nos sentimos cómodos y probablemente se mueven en ambientes similares a los nuestros. La gente nueva que conocemos y con la que establecemos una cierta relación suele provenir de los círculos de nuestras amistades o de entornos por los que nos movemos. Esto al final provoca que, generalmente, la gente de la que nos rodeamos piense de manera similiar a la nuestra y que no están libres tampoco de que sus relaciones se establezcan de la manera que he explicado.

Visto lo visto podemos afirmar que hay dos tipos de cámara de eco, la digital, impuesta por el funcionamiento de los medios, y una más cercana, autoimpuesta por nuestras elecciones. Pero ¿cuál es el peligro de las cámaras de eco? La respuesta es simple, la desinformación. La cámara de eco provoca que nos llegue una información sesgada por nuestra forma de pensar, evitando muchas veces que lleguemos a ser conscientes siquiera de las cosas que nos rodean. El grupo más propenso a sufrir esta desinformación es sin duda alguna la gente con un pensamiento afín a la mayoría, ya que bien sea por incomomodidad, bien sea por desconocimiento, no llegan a enterarse de aquellas cosas que supondrían aceptar que lo que les rodea no está tan bien como creían. Sin embargo, también los grupos minoritarios, incluidos aquellos relacionados con el activismo, pueden sufrir de su efecto, ya que muchas veces, debido a que el militante se encuentra en un ambiente de pensamiento más abierto, puede caer en el error de presuoponer que el mundo que le rodea se va acercando a los ideales que defiende, sólo para salir a él y darse de morros con que el cambio no es tán rápido. Es por esto por lo que el activista no puede permitirse el lujo de relajarse, de valorar mal el avance de su causa, pues si llega a hacerlo su lucha podría precipitarse irremediablemente al fracaso.

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